lunes, 1 de agosto de 2011

Virgilio Díaz Ordoñez.


En 1947, un paréntesis democrático que abrió Trujillo para granjearse nuevas simpatías con Estados Unidos, que en Europa había combatido a los totalitarismos de los nazis en Alemania y de los fascistas en Italia, culminó con la formación de sindicatos, del Partido Socialista Popular y de la Juventud Democrática. Antes de principios del año siguiente, los sindicalistas y políticos antitrujillistas habían sido perseguidos todos, asesinados, encarcelados y torturados algunos y deportados los menos. Entre esos jóvenes del PSP y de la JD estuvo Virgilio Díaz Grullón, hijo de un trujillista destacado, Virgilio Díaz Ordoñez, quien había ostentado y ostentaba puestos de primera importancia en la maquinaria de la tiranía. Se supo y se comentó que Díaz Ordóñez explicó a Trujillo las razones de honor y dignidad que le impedían repudiar y negar en público a su hijo Virgilio. Díaz Ordóñez siguió en su puesto, alcanzó otros de igual importancia y a su hijo se le condenó a desempeñar una subsecretaría de Estado con asiento en Palacio, cerca del tirano. No podía haber peor condena para Díaz Grulló.Pero no hay, que se sepa, otro caso de tanta importancia. Los trujillistas buscaban asegurar sus puestos y su posición, enriquecidos durante la tiranía, y repudiaron y condenaron y negaron

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