sábado, 23 de julio de 2011

Bruno Rosario Candelier (n.1941). Filólogo, ensayista, crítico literario, narrador, educador y promotor literario.

Nació el 6 de octubre en Moca. Realizó la licenciatura en Educación en laUniversidad Católica Madre y Maestra de Santiago de los caballeros y el doctorado en filología hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Tiene los diplomas de Periodismo, por la Difusora Panamericana de Nueva York; Filología Española, por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de Madrid, e Investigador Lingüístico y Profesor de Lengua y Literatura, por el Instituto de Cultura Hispánica, de Madrid. Ha sido miembro de las academias norteamericana, filipina y puertorriqueña de la Lengua Española. Es fundador y orientador del Movimiento Interiorista, que reúne a cientos de escritores de todas las edades. Dirigió el suplemento culturalColoquio del periódico El Siglo, presidió la Asociación Nacional de Críticos Literarios, coordinó el sector cultural como subsecretario de Educación y fue Director General de Bellas Artes.
Poseedor de una sólida formación académica, ha desarrollado una importante labor como promotor cultural, difusor de los nuevos valores literarios de todo el país a través de la crítica literaria y la participación en la formación de grupos y talleres. Su trabajo de profesor universitario y su labor de animación cultural han nutrido su extensa producción crítica.
Ha recibido importantes galardones entre los que se destacan en 1974 el Premio Internacional del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, institución que le otorgó el Diploma de Investigador Lingüístico, por su tesis doctoral Lo popular y lo culto en la poesía dominicana; en 1983 el Premio Siboney de Ensayo, por su libro La imaginación insular y en 1985 el Premio Nacional de Ensayo por su obra La creación mitopoética: símbolos y arquetipos en la lírica dominicana, y en 1999 el Caonabo de Oro por la Asociación Dominicana de Escritores y Periodistas.
Desde 1969 hasta 2005 fue profesor de literatura de la Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago de los Caballeros desde la cual ha desarrollado una amplia actividad cultural. En 1990 fundó el Ateneo Insular en Moca del cual fue su presidente. Ha publicado numerosos ensayos y estudios de lingüística y literatura en la prensa nacional, y se le reconoce como el iniciador de la nueva metodología critica nacional que basa los análisis en los datos aportados por la lingüística. Entre sus obras publicadas se encuentran en 1977 el libro de ensayos Lo popular y lo culto en la poesía dominicana, en 1979 Juan Bosch: un texto, un análisis y una entrevista, en 1982 Ensayos Críticos, en 1984 La imaginación insular, y en 1988 el Premio Nacional de Ensayo por Tendencias de la novela dominicana.
En el periodo de 1999 a 2000 fue subsecretario de Estado de Educación y Cultura y en 2000 fue Director General de Bellas Artes. Ha sido jurado en concursos literarios y representó al país en importantes eventos internacionales como el Premio Cervantes, de España. Ha participado como ponente en congresos internacionales de Academias, Universidades y Ateneos celebrados en España, Estados Unidos, México, Honduras, Argentina, Costa Rica, Colombia, Puerto Rico.
Forma parte del Grupo de Escritores del Cibao y del Comité de Intelectuales Dominicanos. Ha recibido numerosos reconocimientos de instituciones de provincias nacionales. En 1999 recibió la Estatuilla al Mérito Cultural por la Casa de Cultura de Rociana del Condado, Huelva, España; el Trofeo Cultural por la Universidad de Puerto Rico. En 2002 fue seleccionado por el suplemento literario Biblioteca como la Personalidad Cultural del año y en 2008, por el conjunto de su obra el Premio Nacional de Literatura que auspicia la Fundación Corripio. Es miembro del Consejo Nacional del Ministerio de Cultura, de número de la Academia Dominicana de la Lengua y correspondiente de la Real Academia Española.

Gabriel García Márquez

El coronel no tiene quien le escriba. 1961.El coronel no tiene quien le escriba fue escrita por Gabriel García Márquez durante su estancia en París, adonde había llegado como corresponsal de prensa y con la secreta intención de estudiar cine, a mediados de los años cincuenta. El cierre del periódico para el que trabajaba le sumió en la pobreza, mientras redactaba en tres versiones distintas esta excepcional novela, que luego fue rechazada por varios editores antes de su publicación. Tras el barroquismo faulkneriano de La hojarasca, esta segunda novela supone un paso hacia la ascesis, hacia la economía expresiva, y el estilo del escritor se hace más puro y transparente. Se trata también de una historia de injusticia y violencia: un viejo coronel retirado va al puerto todos los viernes a esperar la llegada de la carta oficial que responda a la justa reclamación de sus derechos por los servicios prestados a la patria. Pero la patria permanece muda...
La hojarasca. 1955.En La hojarasca nació Macondo, ese poblachón cercano a la costa atlántica colombiana que ya se ha convertido en uno de los grandes mitos de la literatura universal. En él transcurre la historia de un entierro imposible. Ha muerto un personaje extraño, un antiguo médico odiado por el pueblo, y un viejo coronel retirado, para cumplir una promesa, se ha empeñado en enterrarle frente a la oposición de todo el poblado y sus autoridades. Como en una tragedia griega –el libro lleva como lema una cita de Antígona, que recuerda la prohibición de enterrar el cuerpo de Polinice– el viejo coronel, su hija y su nieto van a cumplir la ominosa tarea. La acción, compuesta por la descripción de los preparativos para el entierro –una media hora– y los recuerdos de un cuarto de siglo de la historia de Macondo, de 1905 a 1928, se narra a través de los pensamientos de estos tres personaje